Considerarme escritora
Febrero siempre ha sido recordado como el mes del amor y yo, que prácticamente nací iniciando el mes, podría proclamar ese nombre y al amor como bandera, sin embargo, decido abandonar la reputación de este mes y no acompañarlo.
Ciertamente, desde hace un tiempo, Febrero me parece un mes triste. Quizá porque me pilla entre los meses del año en los que más triste me siento, o quizá porque se hace latente la pérdida de los años en mi identidad y el paso del tiempo.
Desde hace un tiempo, mi cumpleaños siempre supone un punto de inflexión, un momento de reflexión, un vistazo hacia atrás para divisar los cambios, para comprobar el avance incierto que a veces se me olvida que ando. Y me da rabia, pero siempre acabo cayendo en la misma conclusión: dedico demasiado tiempo al trabajo que me alimenta y muy poco a aquel que me alienta.
El otro día, Mónica nos preguntó en qué momento podríamos considerarnos escritores, lo cierto es que es una pregunta dura y llena de dudas. Según la sociedad sólo podemos llamarnos de cierta manera cuando existe un título que nos otorgue ese nombre y es justo así, como se difuminan hasta perderse los dones innatos. Siempre me ha atormentado ver a personas haciendo cosas increíbles sin saber ni poder valorar su talento, su trabajo, su tiempo.
Ligado a esto, existe también otro error de percepción en las mentes de nuestra sociedad, la cual no nos permite valorar las cosas como se merecen. Todos hemos escuchado en algún momento la frase “eso es un hobby, no un trabajo”, pues lo siento, pero creo que estamos bastante equivocados. La diferencia entre un trabajo y un hobby, está básicamente en el tiempo que le dediques, en las ganas que le pongas y sobre todo, en cómo te lo tomes. Cualquier hobby puede ser un trabajo para otra persona y viceversa, sólo depende de cómo lo mires, cómo lo valores y cómo te lo tomes.
Siguiendo este hilo, tengo que confesar, que nunca me consideré escritora, pero siempre supe que quería llegar a serlo. Hubo un punto clave en el que Javi me dijo: de momento, no vives de ello, pero tú ya eres escritora. Solo desde ese momento, aprendí a considerarme escritora, porque entendí, que existen miles de trabajos no remunerados y no necesitaba ningún título que justificase ni respaldase, lo que llevaba toda mi vida haciendo.
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